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El Retablo de Dionisio de Ribas


Declarado Bien de Interés Cultural

La Hermandad posee un retablito colateral ubicado en el muro del lado del Evangelio. Esta magnífica obra fue realizada por Don Francisco Dionisio de Ribas en el año 1.660.

Francisco Dionisio de Ribas adoptará un nuevo lenguaje plástico acorde con las corrientes elitistas que se estaban imponiendo.

Cuando se le llamó por el Cabildo Catedral en Sevilla en 1.658, realizaba unos retablos de medianas y pequeñas proporciones articulados con columnas salomónicas y cabezas de ángeles.

Su trayectoria artística puede definirse como una evolución estilística hacia formas plenamente barrocas, la gran novedad de Ribas es la implantación de la columna salomónica como soporte estructural del retablo a partir de los años cincuenta del seiscientos. Suelen ser columnas salomónicas de cinco espiras completas y dos medias que marcan el arranque y el final del fuste, rematadas con un capitel corinto o compuesto y basa ática.

Normalmente los fustes solían adornarlos con racimos de vid y pámpanos, en ocasiones resaltados.

El retablito está formado por un basamento, cuerpo de dos columnas y un ático. En el basamento hay dos pequeños resaltos a modo de volutas, que se decoran con una cabeza de querubín como apoyo a las columnitas.

En el centro hay una repisa decorada con rosetas y costillas de aspecto carnoso, soporta una peana que hace las veces de mesa de altar. Las dos columnitas son de orden salomónico de cuatro espiras, enmarcan una moldura mixtilínea, cerrándose con un marco orlado con querubines embutidos en cartelas.

La estructura del centro tiene dos puertas de cinco casetones, el central más grande, decoradas con símbolos de la pasión de Cristo en bajorrelieve, con motivos vegetales.

Encima del entablamento, hay una cartela con la paloma del Espíritu Santo y en los laterales guirnaldas de flores, se remata con un ático que posee un cuadro de alto relieve del Padre Eterno en un frontón quebrado. Se flanquea por dos aletones con dos cabezas de querubines y en los extremos hay dos ménsulas rematadas de esferas.

La decoración de cabezas de ángeles es otra de las características que se aprecia en este artista y que se copiará ya entrado el siglo XVIII.

Estructura del retablo


El retablo de Don Francisco Dionisio de Ribas se estructura en tres cuerpos: la mesa del altar realizada en ladrillo basto con planta lineal, banco en forma de peana donde en su origen se expondría la Eucaristía, decorada con motivos vegetales, flores y roleos. En los laterales de la peana se ubica la base de ambas columnas salomónicas en forma de dos cabezas de ángeles.

En el cuerpo central encontramos dos puertas decoradas con motivos vegetales entrelazados donde se ubican los instrumentos de la pasión del Señor: tenazas, martillos, corona de espinas, clavos, la cruz y la esponja. Estas dos puertas dan paso al cuadrado central donde encontramos bordado un lienzo con un ostensorio y por el borde del cuadrado cabezas de ángeles.

En la transición del cuerpo central al ático encontramos una cornisa y un friso decorado en el centro con una cartela tallada en relieve la paloma del Espíritu Santo. El retablito se remata con un ático en cuyo centro está realizado en relieve de bulto la imagen de Dios Padre bendiciendo con la mano derecha y en la mano izquierda el globo terráqueo, sosteniendo como empuje al ático una cornisa con dos esferas en los extremos y dos contrafuertes con cabezas de ángeles.

En cuanto a la policromía, tiene un aspecto rojizo debido a que en la última restauración a la que se ha sometido el bolarménico se ha acusado mucho, en las espiras de las columnas salomónicas se le tuvo que eliminar gran parte de la decoración de pámpanos y hojas porque estaban muy dañadas, así pues, presentan un aspecto como si estuvieran cortadas.

En el estofado, se centró mucho más en las imágenes de relieves y cabezas de ángeles cuyas encarnaduras son mate, lo mismo sucede con los vegetales y con los adornos florales.

Uno de los elementos a destacar es el estofado que tiene el globo terráqueo del Dios Padre con punta de esgrafiado dándole cierto movimiento. El resto del retablo está sólo pintado con sus colores frutales para las frutas y el pan de oro para el fondo un poco envejecido.

En definitiva, es una de las joyas patrimoniales que posee la Hermandad decana de Benacazón por su barroquismo y extraordinaria riqueza en el repertorio decorativo y dinamismo, y también por ser el punto de partida de una evolución estilística que llegaría al pleno barroco.