Himno a la Cruz
¡Oh, cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! Dulce árbol donde la vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza.
Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.
Ablándate madero, tronco abrupto,
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y a esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.
Tú, sólo entre los árboles, crecido
para tener a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el brazo
de Dios con los verdugos del Ungido
Madre Dolorosa
Con amor y fe postrados
para darnos gracia y luz
acudamos confiados
al Señor de Vera+Cruz.
Y tú, Virgen de Dolores,
de este pueblo que te implora
danos tu favor constante
en el dolor y en los pesares.
Madre Dolorosa, danos la salud;
que no existe vida donde no estás tú.
Cuando Dios agonizaba
en la cumbre del Calvario
a su Madre nos dejaba
como eterno relicario.
Y desde entonces, María,
al pie de la Santa Cruz,
es la Madre que nos guía
a la heredad de Jesús.
Madre Dolorosa, danos la salud;
que no existe vida donde no estás tú
Junto a la Cruz
Junto a la Cruz, de pie y sola,
donde Jesús ha expirado
está la Virgen llorando
la muerte del Redentor.
Que esas lágrimas sagradas
vertidas en el Calvario
sean para mí el relicari
de tu amargura y dolor
Madre del alma mía
Madre del alma mía, Reina del cielo,
Estrella de los mares, Virgen María.
Madre de pecadores, símbolo santo,
Reina de nuestras almas que sufren tanto.
Tú que el dolor sufriste de nuestras vidas
oye, Madre, el suspiro del alma herida.
Tú, que Madre te llamas de los Dolores
nuestras penas y llantos mitiga y calma.
Vuelve, Madre querida, tus bellos ojos,
al que vive en este valle
hondo de abrojos
Aurora boreal
Aurora boreal de la mañana,
rosa temprana.
Escucha mi oración, bella María.
¡Oh! Madre mía.
Sol refulgente de la mañana,
rosa temprana del mes de abril,
oh, dulce encanto del alma mía,
oh, madre mía, ruega por mí.
Tú eres, oh Virgen de los Dolores,
tú eres la rosa del pensil,
la más pura entre las mujeres
y nunca hubo mancha en ti
Los siete Dolores de Nuestra Señora
Primer dolor
El anuncio de Simeón cuando le dijo que su corazón sería el blanco de la Pasión de su Hijo
Segundo dolor
En el destierro a Egipto, pobre y necesitada en aquel largo camino
Tercer dolor
La pérdida de su Hijo en Jerusalén por tres días
Cuarto dolor
El encuentro con su Hijo con la cruz sobre sus hombros, caminando al Calvario con escarnio, afrentas y caídas
Quinto dolor
Ver morir a su Hijo clavado en la cruz entre dos ladrones
Sexto dolor
Recibir en sus brazos aquel Santísimo Cuerpo difunto y desangrado por tantas llagas y heridas
Séptimo dolor
Ver sepultado a su Hijo